"Mediadora ante el Mediador"

Estimados hermanos, fieles y devotos, os transcribimos la homilía que nuestro párroco y director espiritual Rvdo. Padre D. Santiago Correa pronunció desde el altar de nuestra Catedral, en la pasada Estación de Penitencia. Una bella catequesis, cercana y a la vez cargada de un profundo contenido teológico, acerca de la figura de María, Madre y Mediadora, tras la lectura del Santo Evangelio según San Juan:

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.

Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»

Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Palabra de Dios.

Queridos cofrades de la Hermandad del Nazareno Redentor del Mundo y Nuestra Señora Mediadora de la Salvación.

Junto a la cruz están María, la Madre de Jesús, y su discípulo predilecto Juan el evangelista. A ellos Jesús dirige lo que puede considerarse su último encargo antes de morir, como una especie de testamento. "He ahí a tu hijo" dijo dirigiéndose a su Madre que va a quedarse sola. "He ahí a tu madre", lo dice dirigiéndose al discípulo amado.

Una nueva familia surge en el nuevo reino de Dios. Cristo desea que su madre, no vuelva a su familia de parientes lejanos, sino a la nueva comunidad que Él ha fundado. También Cristo desea que Juan, como su nuevo hermano y que representa a toda la humanidad, tenga por madre a su propia madre. De una maternidad física pasa a una maternidad espiritual. Desde la cruz nace una nueva maternidad. Hasta ahora, María es Madre de Dios, desde ahora va a ser madre de toda la humanidad representada en San Juan.

Toda madre terrenal ama profundamente a sus hijos, los alimenta, los defiende, los ayuda, quiere para ellos lo mejor. María, como madre espiritual de la humanidad, quiere a todos sus hijos, los ampara, los protege, es decir ejerce su función de Madre-Mediadora; su alumbramiento comienza en el Calvario, en medio de inefables tormentos, evocando así la suerte de toda madre: "darás a luz con dolor" como Dios le dice a Eva la madre de la humanidad física.

Juan el evangelista acoge en su casa a María, como su propia madre. Se comporta como buen hijo. Nosotros, representados en la figura de Juan hemos de celebrar el tener una Madre en el cielo que cuidará nuestro peregrinar en la tierra.

Con la muerte de Jesús se hizo de noche. Pero la Luz nunca se apaga. Llega Pentecostés y María nuevamente queda inundada por el Espíritu Santo. Con su presencia alienta a los apóstoles en su cometido misionero. Y ya en el cielo, después de su Asunción, como dice San Bernardo es "Mediadora ante el Mediador". Se convierte en el camino hacia Dios. Es el puente que une la humanidad con la divinidad. Es la puerta del cielo. Es la fuente de todas las gracias. Y es nuestra intercesora ante Dios.

No debemos olvidar la conducta del evangelista San Juan: él acogió a María en su propia casa. Nosotros hemos de acogerla en nuestro corazón.

Durante la persecución antisemita del pasado siglo, un ilustre escritor Julien Greem pronunció estas palabras: "Seremos del todo felices si a la hora de la muerte podemos obtener las oraciones de una hebrea llamada María". (Journal III, p. 225).

Y la oración del Ave María termina con una súplica que bien merece recordarla y repetirla: "Ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte".

Que así sea.

Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno Redentor del Mundo y Nuestra Señora Mediadora de la Salvación
Parroquia de San Patricio de Málaga

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