San Manuel González García, el «obispo de los sagrarios abandonados»

El pasado domingo 16 de octubre durante una ceremonia en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Papa Francisco proclamó santo al que fuera obispo de Málaga, desde 1916 hasta 1935, Manuel González García (1877-1940), fundador de las Hermanas Nazarenas y promotor de la devoción a la eucaristía.

Alrededor de 140 peregrinos de nuestra diócesis, presididos por el obispo, D. Jesús Catalá, participaron en la Eucaristía en la que el papa Francisco declaró santo al prelado que construyó el Seminario de Málaga y en el que plasmó la esencia de su mensaje eucarístico y sacerdotal. 

Dentro de la gran riqueza que tiene la espiritualidad del ya san Manuel González, podemos señalar cuatro aspectos principales: Jesucristo-Eucaristía, los sacerdotes y la formación de los mismos, la catequesis y la cuestión social.

Con respecto a la importancia que él dio al fomento de las vocaciones sacerdotales y su formación en el Seminario, recordamos este pensamiento del santo: «Mi único sueño pastoral: ¡formar y conservar muchos y cabales sacerdotes! ¡Tengo tan metido en lo más hondo de mi alma lo que puede un cura! ¡Creo y confío tanto en el poder del sacerdote que cree y confía en su sacerdocio!»

Para forjar y educar esos sacerdotes D. Manuel piensa en un Seminario sustancialmente eucarístico y bajo la figura del Buen Pastor, dos signos nos lo explicitan en la Capilla que él diseña: el impresionante sagrario y la gran cruz en cuyo centro está la imagen del Buen Pastor, con la petición: Pastor Bone, fac nos bonos pastores, animas pro ovibus ponere promptos (Pastor bueno, haznos buenos pastores, dispuestos a dar la vida por la ovejas). Él escribe: «Mis seminaristas se van a criar viendo ese Pastorcito Eucarístico todos los días, y ¡haciéndole esa oración!».

Él sueña con un Seminario andaluz, que se parezca a los pueblos de los que venían muchos de sus seminaristas, donde se busca lo que la sociedad necesita: sacerdotes cabales, de cuerpo y de alma de apóstoles. Un Seminario «por dentro» que conlleva siembra, cultivo y cosecha.

La siembra, nos la muestra un mosaico a la entrada de la capilla, que debe ser el cimiento de la formación, la semilla de la mejor calidad: «En este jardín cultivado por la piedad sacerdotal, la ciencia eclesiástica y el celo pastoral se siembran jóvenes de cabeza, corazón y padres buenos». Tan buena siembra debe producir una hermosa cosecha, que también plasma en otro mosaico con estas palabras: «Promover a la santa Madre Iglesia de sacerdotes-hostias que consuelen al Corazón Eucarístico de Jesús, salven a las almas y hagan felices a los pueblos». Desea formar sacerdotes-hostias que den gloria a Dios y que estén por completo dedicados a la salvación de las almas y a la felicidad de los pueblos. En un significativo gráfico de la pequeña galería de entrada de la llamada Granja del Buen Pastor, que era la portería del Seminario, D. Manuel hizo grabar unas palabras a primera vista bien claras para quien llegaba: «No ganapanes, sino ganaalmas». Así son quienes han de entrar en el Seminario. Y como nunca se siembra y se pasa a la cosecha directamente, sino que se necesita una ardua, hermosa y paciente labor intermedia, que es el cultivo, D. Manuel tiene unos principios muy claros que han de tenerse en cuenta en la formación sacerdotal y que constituyen el alma del Seminario: la piedad sacerdotal, el celo pastoral, la ciencia eclesiástica y la disciplina familiar.

Una obra maestra en la que el Sagrario es el centro del edificio y, puede decirse que, alrededor de él se construye todo lo demás. Quien diseñó dicho edificio hoy es propuesto como modelo de santidad. El Papa San Juan Pablo II lo propuso como "modelo de fe eucarística".

Sus restos descansan en la capilla del sagrario de la catedral de Palencia. Sobre su tumba se lee una última voluntad: «Pido ser enterrado junto a un Sagrario, para que mis huesos, después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida, estén siempre diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!»

El pasado Miércoles Santo, el retrato del ya san Manuel González García, lució en la candelería del trono de la Santísima Virgen Mediadora, encima del farol que cobijaba la imagen de nuestra patrona la Virgen de la Victoria, para pedir por los beneficios espirituales de su canonización. Hoy ya damos gracias a Dios y nos sumamos al gozo y la alegría de nuestra diocesis por su subida a los altares.

Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno Redentor del Mundo y Nuestra Señora Mediadora de la Salvación
Parroquia de San Patricio de Málaga

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